Desfile de las Mil Polleras
La República de Panamá es una mezcla de razas, culturas y costumbres. Para los que tenemos algún tipo de raíces en el interior del país, es importante dar un paseo y reconectar.
No pierdo la oportunidad de salir de la ciudad y hacer todos los preparativos necesarios siempre que sea posible. Recientemente me he trasladado a la localidad de Las Tablas, donde cada año, en febrero, se celebra el gran Desfile de las Mil Polleras.
Organizado por la Autoridad de Turismo de Panamá, el Desfile de los Mil Polleros tiene lugar en Las Tablas, una de las ciudades panameñas depositarias del folclore y las tradiciones del país.
Toda mujer panameña sueña con verse bien vestida de pollerita, el traje típico nacional. La Pollera, que consta de varias piezas y accesorios, es uno de los trajes nacionales más caros del mundo.
Su diseño es único, y a veces puede llevar de meses a años de preparación, dependiendo de su complejidad.
Las joyas que complementan la falda dependen en gran medida del gusto y el presupuesto de la usuaria, pero pueden llegar hasta los 50.000 dólares.
El día del desfile, cientos de panameños y extranjeros se reúnen a primera hora de la mañana en la ruta del desfile, cerca de las plataformas especiales colocadas para las autoridades y los dignatarios.
Son casi las cuatro y todos estamos sentados esperando el comienzo del desfile. Cientos de delegaciones de familias, instituciones públicas y privadas de todo el país desfilan a lo largo del recorrido, luciendo sus mejores galas.
Las delegaciones van acompañadas de “murgis” que dan un toque distintivo de diversión. Sus melodías contienen letras pícaras características de la región. Para quienes no los conozcan, los murgis son conjuntos musicales populares que acompañan los desfiles en las fiestas de carnaval, su estilo se considera incluso un género músico-teatral.
Miles de faldas de todo tipo – zurcidas, matizadas, marcadas, de gala y montunas, entre otras muchas – engalanan el recorrido del desfile en este día. Los curiosos, los profesionales y el público en general no pueden quedarse quietos mientras tiene lugar el desfile.
Cualquier oportunidad es buena para capturar una imagen o un vídeo que muestre esa falda, esa cadena o esos batidos que sobresalen del resto.
La paleta de colores es infinita, van al gusto de la usuaria y van a juego con la falda. Las cadenas y adornos obligatorios de la falda son de oro de pureza variable y pueden contener perlas.
Las peinetas y crestas se colocan en la cabeza, con el objetivo de decorar o servir de marco al rostro. Se fabrican con piedras de vidrio, perlas y, más recientemente, con cristales de Swarovski.
Muchas de estas faldas se utilizan en bodas, eventos especiales y celebraciones nacionales como las fiestas patrias, los carnavales y el desfile de las mil faldas cuando aumenta la demanda.
A última hora de la noche no falta la obligada “corra de bombitas”, una cadena de bengalas de pólvora que anuncia la llegada de la última carreta o delegación, voladores y el magnífico cierre del desfile con varios fuegos artificiales.
Se calcula que en 2014 hubo unos 10.000 polleers en el recorrido del desfile. Esta cifra es superior a la del año pasado y se espera que siga creciendo a lo largo de los años.
La República de Panamá es una mezcla de razas, culturas y costumbres. Para los que tenemos algún tipo de raíces en el interior del país, es importante dar un paseo y reconectar.
No pierdo la oportunidad de salir de la ciudad y hacer todos los preparativos necesarios siempre que sea posible. Recientemente me he trasladado a la localidad de Las Tablas, donde cada año, en febrero, se celebra el gran Desfile de las Mil Polleras.
Organizado por la Autoridad de Turismo de Panamá, el Desfile de los Mil Polleros tiene lugar en Las Tablas, una de las ciudades panameñas depositarias del folclore y las tradiciones del país.
Toda mujer panameña sueña con verse bien vestida de pollerita, el traje típico nacional. La Pollera, que consta de varias piezas y accesorios, es uno de los trajes nacionales más caros del mundo.
Su diseño es único, y a veces puede llevar de meses a años de preparación, dependiendo de su complejidad.
Las joyas que complementan la falda dependen en gran medida del gusto y el presupuesto de la usuaria, pero pueden llegar hasta los 50.000 dólares.
El día del desfile, cientos de panameños y extranjeros se reúnen a primera hora de la mañana en la ruta del desfile, cerca de las plataformas especiales colocadas para las autoridades y los dignatarios.
Son casi las cuatro y todos estamos sentados esperando el comienzo del desfile. Cientos de delegaciones de familias, instituciones públicas y privadas de todo el país desfilan a lo largo del recorrido, luciendo sus mejores galas.
Las delegaciones van acompañadas de “murgis” que dan un toque distintivo de diversión. Sus melodías contienen letras pícaras características de la región. Para quienes no los conozcan, los murgis son conjuntos musicales populares que acompañan los desfiles en las fiestas de carnaval, su estilo se considera incluso un género músico-teatral.
Miles de faldas de todo tipo – zurcidas, matizadas, marcadas, de gala y montunas, entre otras muchas – engalanan el recorrido del desfile en este día. Los curiosos, los profesionales y el público en general no pueden quedarse quietos mientras tiene lugar el desfile.
Cualquier oportunidad es buena para capturar una imagen o un vídeo que muestre esa falda, esa cadena o esos batidos que sobresalen del resto.
La paleta de colores es infinita, van al gusto de la usuaria y van a juego con la falda. Las cadenas y adornos obligatorios de la falda son de oro de pureza variable y pueden contener perlas.
Las peinetas y crestas se colocan en la cabeza, con el objetivo de decorar o servir de marco al rostro. Se fabrican con piedras de vidrio, perlas y, más recientemente, con cristales de Swarovski.
Muchas de estas faldas se utilizan en bodas, eventos especiales y celebraciones nacionales como las fiestas patrias, los carnavales y el desfile de las mil faldas cuando aumenta la demanda.
A última hora de la noche no falta la obligada “corra de bombitas”, una cadena de bengalas de pólvora que anuncia la llegada de la última carreta o delegación, voladores y el magnífico cierre del desfile con varios fuegos artificiales.
Se calcula que en 2014 hubo unos 10.000 polleers en el recorrido del desfile. Esta cifra es superior a la del año pasado y se espera que siga creciendo a lo largo de los años.